Mitología clásica: Hera e Ixión

Ixión tenía arreglada su boda. Había, en estas circunstancias, prometido al padre de su esposa magníficos presentes. Aunque no cumplió con su palabra. Por ello, su suegro le reprochó su perjurio. Con el pretexto de enmendar su accionar, Ixión lo invitó a un banquete. Una vez reunido con el progenitor de su mujer, ordenó que arrojasen al invitado a un caldero hirviente, lo cual, como era de esperar, provocó la muerte del pobre hombre.

Este hecho causó el rechazo de Ixión por parte de hombres y dioses. Sin embargo, Zeus, misericordioso, le concedió su perdón y lo admitió en su mesa, en compañía del resto de los dioses del Olimpo.

Pero, olvidando el favor del soberano supremo, Ixión tuvo la indolencia y la valentía de declararle su amor a la reina del Olimpo. Hera, ofendida, fue a contarle a su marido.

Zeus, para ponerlo a prueba, dió a una nube la forma de su bella y leal esposa Hera. Al verla, Ixión no dudó en estrecharla en sus brazos, creyendo que se trataba de la diosa dueña de sus más profundos deseos.

El dios de dioses, testigo de la ingratitud, envió al traidor al infierno y allí lo hizo atar a una rueda inflamada. Sus brazos y piernas están sujetas a ella con nudos imposibles de desatar y las torturas que sufre minuto a minuto en ésta, que no cesa de girar, son testimonio y prueba de la venganza divina

Matar a un ruiseñor de Harper Lee

“Matar a un ruiseñor” nos cuenta la historia de la familia Finch,  aproximadamente en los años 30, en Estados Unidos. La misma está constituida por Atticus Finch, abogado y padre de familia y sus dos hijos: el mayor, llamado Jeremy y, la menor, Jean Louise, a quien la conocemos por el apodo de Scout.

El relato se nos da a conocer por medio de ésta última y se divide en dos partes. La primera de ellas, nos va introduciendo en lo que va a ser el conflicto central del relato: la defensa por parte de Atticus Finch de un hombre negro, acusado de violar a una mujer blanca, llamada Mayella Ewell.

 De esta manera, Jean Louise nos va a narrar, entre medio de sus recuerdos de la infancia, el modo en que ella junto con su hermano, a partir de este caso, de manera inocente y sin comprender muy bien todo lo que pasa, deben enfrentarse a los comentarios negativos acerca de su padre y de su familia a quienes los tratan como “aficionados a los negros”.

Es para ellos algo bastante incomprensible, ya que no son conscientes de las diferencias entre las personas por su color de piel; es más, su ama de llaves, Calpurnia, es morena y nunca ha sido tratada diferente en la mansión Finch por ello; al contrario, tiene gran autoridad y es muy respetada allí.

Frente a esta situación, Atticus Finch irá inculcando y enseñando a sus hijos con el ejemplo, haciendo caso omiso a los decires del pueblo y actuando con altura frente a los ataques.

Este conflicto central explotará el siguiente verano, época que condice con la segunda parte de la novela. Esto se debe a que comenzará el juicio y la defensa del hombre negro acusado de violación, llamado Tom Robinson. Por ello, hasta entonces, Atticus se ha dedicado a “preparar” a sus hijos para lo que viene.

El padre de familia tiene un gran sentido del deber y de la ayuda social. Él, pese a ser una persona adulta, lo que implica que creció en la misma atmósfera de desigualdad racial que sus congéneres, considera a los negros como iguales y sostiene, frente a la inquietud de sus propios hijos, que defender a una persona negra, lo cual implica que sea juzgado y ofendido por sus vecinos, le  permite tener una conciencia tranquila y estar satisfecho con sus actos.

Así, el libro constituye una verdadera joya, abordando desde las memorias de una niña temas muy fuertes como los prejuicios raciales, la injusticia, la desconfianza hacia lo diferente, la mentira…

Es el reflejo de una época a través de la mirada de Jean Louise, que apenas tiene 6 años, y en la que, por suerte, podemos ver un cambio de mentalidad y una nueva sensibilidad, no solo en torno a los prejuicios, sino también a los estereotipos femeninos y masculinos.

Sin dudas, un libro que hay que leer y que no tiene el título de clásico en vano. Muy bien escrito y muy coherente en su totalidad, no deja cabos sueltos y conmueve hasta el hueso. Nos es más que una recreación del mundo por medio de las letras, un mundo no siempre justo y agradable de habitar… Un mundo repleto de sinsabores…

Frases destacadas:

«La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno».

«Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence».

«Uno debe mentir en ciertas circunstancias, en particular cuando no puede modificar las circunstancias».

«Lo habían hecho en ocasiones anteriores, lo han hecho esta noche y lo harán de nuevo, y cuando lo hacen… parece que sólo lloran los niños».

«Si un hombre como Atticus Finch quiere dar cabezazos contra una pared, suya es la cabeza».

«Los payasos son hombres tristes; es la gente la que se ríe de ellos».

«Tener un arma equivale a invitar al otro a que te dispare».

Hera o Juno

Hija primogénita de Cronos y hermana de Zeus, Hera fue la esposa del rey del Olimpo.

Hera, siendo una dulce virgen, se encontró completamente sola, un crudo día de invierno, en un paraje desierto. Un cuclillo, igual que ella, tiritando de frío, se posó sobre su espalda y, movida por la compasión, Hera recogió al pájaro para darle calor. Éste era Zeus, su (hermano y) radiante prometido, quien habiendo recuperado su forma, le dijo a Hera: «Quiero que seas mi legítima esposa y que reines a mi derecha en el Olimpo». Ella dijo que sí.

Todos los dioses descendieron para asistir a la boda, realizada en la cumbre del Citerón. Una vez finalizada, continuaron los festejos en la morada de los dioses, el Olimpo. Allí, Hera vino a ser la reina, compartiendo la autoridad divina con su real esposo.

Diosa del cielo, participa, aunque en menor grado, de todas las prerrogativas y honores del monarca supremo, Zeus. De todas las diosas que habitaban el Olimpo era la más bella, más augusta y más respetada.

Su cólera, como la de su marido, era terrible.

Los poetas nos presentan la unión bde Zeus con Hera o como pura alegría o como un absoluto desacuerdo conyugal. Cada uno de estos modos influia en el cielo: su color azul y luminoso, indicaba concordia y ternura; en cambio, las tormentas, una discordia aguda entre ambos.

Casi siempre eran los celos de Hera los que motivaban las disputas, ya que muchas veces Zeus dejaba el Olimpo para visitar en la tierra a diferentes ninfas.

Más de una vez Hera, presa de un gran furor, se fugó del Olimpo.

Un día descendió, jurando no volver jamás a aquella morada divina. Zeus, entristecido, para reconciliarse con su esposa, idea un plan. Decide avivar los celos de ésta, por lo que desciende a la tierra y simula casarse con una ninfa, utilizando para ello un maniquí. Hera, furiosa, se precipitó contra su rival imaginaria, hallando con sorpresa el engaño. Desarmada, sonrió y ascendió con su esposo al Olimpo.

En otra ocasión, le tocó a Hera entristecerse, cuando Zeus descendió de su morada, permaneciendo largos días con las Ninfas. Pensando cómo recuperar a su marido determinó descender también y exhibirse como la más hermosa de las reinas, lo que provocó que Zeus decida regresar con ella a su trono.

Hera fue el modelo sagrado de la mujer perfecta, la patrona de la santidad conyugal y la imagen de la esposa fiel. Aunque fue, después de Afrodita, la más bella de las diosas, nunca cedió a ninguno de sus admiradores. No conoció otro amor que el de Zeus.

Zeus y Antíope

En una ocasión Zeus quiso acercarse a la hija de Nicteo, que dormía en el bosque. El rey soberano del Olimpo, transformado en sátiro con pies de macho cabrío, se aproximó a Antíope y durmió con ella.

A partir de entonces, la muchacha comenzó a sentir que dos niños se estremecían en su seno. Su padre, Nicteo, desconocedor del amante de su hija, reprochó su conducta. Por este motivo, la amada por Zeus abandonó el palacio paterno y se dirigió a Sieyón.

Tiempo después, Epopeo, rey de aquella ciudad y enamorado de Antíope, se casó con ella. Al conocer esta noticia, Nicteo se suicidó, no sin antes hacer jurar a su hermano Lico que tomaría venganza de los flamantes esposos.

Cumpliendo con su palabra Lico mató a Epopeo y tomó a Antíope como prisionera. En el camino a la tierra que la vió nacer, la joven dió a luz a dos hermanos gemelos, que tuvo que abandonar, por las circunstancias en las que se hallaba.

Los pastores recogieron, cuidaron y educaron a ambos, quienes más tarde serían los fundadores de Tebas.

Nuevamente conducida a Sieyón, maniatada, vigilada y a veces torturada por la reina Dirce, esposa de Epopeo, Antíope arrastraba una vida miserable.

Sin embargo, un día las cadenas que envolvían sus muñecas por sí solas cayeron al suelo. Milagrosamente liberada pudo llegar a Citerón y hallar a sus hijos. Éstos, al reconocerla, se apoderaron de la cruel Dirce, la ataron a los cuernos de un toro salvaje y en seguido arrojaron su cuerpo a una fuente: «la fuente de Dirce».

Mitología clásica: Zeus y Ganimedes

Zeus no amó solamente la belleza de las mujeres. Cierto día descubrió un adolescente poseedor de un gran atractivo. Para conservar cerca suyo a quien consideraba el más bello de todos los mortales, decidió arrebatarlo de la tierra y llevarlo a su morada, el Olimpo.

Así, una tarde en que Ganimedes, un joven pastor, estaba sentado en una roca tocando la flauta, mientras su rebaño se alimentaba con la hierba del monte Ida, Zeus, transformado en águila, bajó súbitamente y se posó sobre sus espaldas. Enganchó con sus garras la carne del joven y con su pico sus cabellos y, desplegando las alas, raptó al hermoso pastor.

Desde entonces, Ganimedes es el morador del cielo, obteniendo, además, el privilegio de la eterna juventud.

Mitología clásica: Zeus y Leda

En otra ocasión, Zeus, para juntarse con Leda, descendió a la cumbre del Taigeto. La noche era avanzada y reinaba un silencio absoluto. Allí, Leda, hija del rey de Etolia, dormía profundamente. Súbitamente, unas largas alas desplegadas vertieron sobre ella el perfume de ambrosía. La joven despertó sobresaltada y vio bajo su lecho un cisne resplandeciente, cuyo blanco plumaje brillaba.

-Mujer – le dijo el cisne -, no temas. Soy el dios de la luz y quiero que seas madre de dos hijos iguales. Vivirán como viven el sol y la luna, cediéndose mutuamente el sitio. Se llamarán Cástor y Pólux, y serán dioses cuya benevolencia endulzará la pena de morir y serán el amparo de los marinos, blanco de las tormentas. Cuando, en efecto, furiosas tempestades se precipiten sobre éstos, aparecerán para apaciguar los vientos, calmar las olas y guiar, felizmente, a los hombres hacia las orillas.

Nueve meses más tarde, Leda puso un huevo en el bosque. De él salieron dos niños idénticos. Desde su nacimiento la misma estrella brilló sobre sus cabezas y, más tarde, cabalgaron ambos sobre el mismo blanco corcel y sus manos blandieron la misma lanza.

El guardián entre el centeno de J. D. Salinger

Este clásico de la literatura nos presenta al adolescente Holden Caulfield, quien comienza la narración poco después de haber sido expulsado – nuevamente- del instituto, y poco antes de la navidad, época en la que cambiará su vida abruptamente.

Es más bien una novela de personaje, quedando relegadas a un segundo plano la trama y la acción, para darle, así,  mayor protagonismo a Holden y sus pensamientos. Nos encontraremos leyendo los días sucesivos a su expulsión, en los que decide dirigirse a Nueva York, a escondidas de su familia.

De tal manera, nos sumergimos en la mente del joven, que se traduce a las páginas como un extenso soliloquio; narrando, en primera persona, las peripecias y situaciones vividas, de manera retrospectiva. Él, ya instalado en su “destino final”, comienza a rememorar los acontecimientos que lo llevaron a aquel sitio.

Lo singular de esta historia, teniendo en cuenta que la trama no es demasiado compleja, no presenta demasiados personajes ni muchos conflictos, es que sí aparecen éstos últimos en la mente del protagonista.

Se trata de un adolescente que más que ser incomprendido por el mundo, no logra comprenderlo, ni adaptarse de la manera “correcta” a éste, en el que si uno se corre un poco de la ruta o el camino marcado, corre el riesgo de ser excluido.  Y es que considero que es un alma noble evitando ser corrompida ante ciertas conductas, altamente naturalizadas socialmente, por lo que, pese a sus intentos por ser parte, no “tranza” con aquello que se le impone y que le parece negativo.

De este modo, vamos a conocer y meternos de lleno en la mente del protagonista que, debo decir, es sumamente interesante y está muy bien caracterizado – sobre todo en su manera de hablar-. Tiene una serie de particularidades que, personalmente, me hicieron empatizar con él.

A mi parecer, se trata de un ser sumamente odioso y, también, valiente, al enfrentarse y al desobedecer las imposiciones sociales de la época.  Él es una persona que no aspira a formar parte del rebaño, o, mejor dicho, quizá aspira a formar parte de éste, pero no lo logra, porque así su personalidad lo impone, porque sus gustos y sus deseos van a contramano.

Lo que es la novela, en general, aborda temas controversiales para la época, como la sexualidad y, sobre todo, emplea una jerga no muy vista hasta el momento, con inclusión de malas palabras y comentarios ácidos e irónicos. En este último punto creo que radica la fama del libro, porque crea un personaje que no es simpático con sus lectores y, al mismo tiempo, los compra con su honestidad y frontalidad.

Bajo ningún término considero a Holden como representante característico de la adolescencia. Más bien lo concibo como un ser singular, con una mente hipercrítica y que, más allá de estar atravesando una crisis existencial – propia de la edad- , que está  enfatizada por el trauma provocado por la pérdida de su hermano menor, años atrás; no está en la “onda”.

Me da la sensación de que a este joven le cuesta asumir su nueva realidad de joven- adulto y busca escapar de la misma, no solo por medio de los recuerdos, sino, también, a través de las figuras de su hermano fallecido y su hermana pequeña, Phoebe, de quien valora la inocencia, para él en riesgo y en camino a desaparecer. Y es que ahora conoce los sufrimientos y las exigencias del mundo.

 Posee una visión compleja y una sensibilidad extrema, que lo llevan a despreciar las conductas cotidianas de los seres que lo rodean: la hipocresía, la superficialidad, la mentira… Aunque en ocasiones recae en ellas.

El libro me ha gustado mucho, tanto que hubiese deseado que se extienda por unos capítulos más, para que el protagonista se explaye acerca de su situación actual, ya que como dije, la obra es, básicamente, una rememoración de hechos pasados, anclado en un presente que no se desarrolla.

La verdad es que me encantó el personaje Holden Caulfield, me parece un sujeto muy inocente, a tal punto de que desconoce las “reglas del juego” de la vida y que, por seguir sus impulsos, se perjudica a sí mismo.

Con solo mencionar que su sueño es ser un guardián entre el centeno, abocado a vigilar a niños, se lo pinta como un ser excepcional, en un mundo en el que otro tipo de deseos se manifiestan con asiduidad. A él no le importa la fama, el dinero… posee sentimientos puros y el ser capaz de mostrarse tal y como es, definitivamente, le juega en contra, en un entorno dominado por máscaras. Holden Caulfield, no entiende cómo vivir en esa sociedad, que no es tan diferente a la nuestra y es tan triste, a veces, sabernos como él…

Considero al libro como un grito desesperado ante la inevitabilidad del crecer. Por eso Holden añora ser el guardián entre el centeno, evitando que los niños – la infancia- caigan por el acantilado. Creo que está claro que es un texto absolutamente amargo, en el que lidiamos, página a página, con la depresión del personaje principal al que, personalmente, comprendo.

El mundo adulto es difícil y más para aquellos, que como Caulfield, poseen una visión que choca y discrepa absolutamente con la realidad.

Leer “El guardián entre el centeno” en el 2019, en un mundo en líneas generales insensibilizado y corrompido en tantos sentidos, sin dudas, causa un poco de escalofríos y nos hace estar atentos. Pero, viendo un lado positivo a la obra, creo que es útil para revalorizar la particularidad y singularidad de cada uno de nosotros.

No está mal querer ir por otro camino, tener sueños diferentes a los de la gran mayoría. Lo tomo como una especie de oda a lo auténtico. Y sí, como a Holden seguro nos juzgarán y nos podrán piedras y aparecerán obstáculos en el trayecto, pero estoy segura y, olvidando por completo el final del protagonista de esta historia, creo que podremos triunfar.

Bonus track

No está demás recordar que este libro ha estado relacionado con varios asesinatos. El primero de ellos, el de John Lennon, integrante de The Beatles, por parte de Mark David Chapman, quien poco antes de dispararle, compra un ejemplar de El guardián entre el centeno, libro en el que en su primera página había escrito: “Ésta es mi declaración”.

Otro criminal relacionado con esta obra es Charles Manson, creador de una peligrosa secta, que se cobra la vida de Sharon Tate – quien esperaba un hijo de Polansky – y parte de su familia y amigos.  Cuando Manson declaró al respecto, sostuvo que estaba fuertemente influenciado por el texto de J.D. Salinger, insinuando que tiene códigos secretos que incitan a matar.

Por su parte John Hinckley Jr., atacante de Ronald Reagan, sin éxito, cuando es capturado, declara estar obsesionado con el ejemplar aquí reseñado. Además, se lo relaciona con el asesinato de Rebecca Lucile Schaeffer, a manos de Robert J. Bardo, debido a que al momento en que dispara a la víctima posee un ejemplar del texto.

                                           Muchas gracias por leer!

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