Cementerio de animales de Stephen King
Título: Cementerio de animales
Autor: Stephen King
Editorial: Sudamericana
Año de publicación: 2014
Número de páginas: 488
Tomando como punto de partida la historia bíblica de Lázaro, Stephen King nos vuelve a sumergir, como tantas veces, en un relato atrapante, cuya temática central es ni más ni menos, una de las tantas que nos ha desvelado desde tiempos remotos: la muerte.
La novela tiene como protagonista a Louis Creed, un médico que, junto con su mujer, Rachel, sus dos hijos, Ellie y el pequeño Gage, y su mascota, un hermoso gato, llamado Church; deben abandonar Chicago para instalarse en Ludlow, Maine, Estados Unidos. Y es que Louis consigue un nuevo empleo como jefe del centro médico de la universidad.
Ni bien llegan a su nuevo hogar, conocen a Jud y a Norma Crandall, una pareja de ancianos, que viven exactamente enfrente de su casa, cruzando la peligrosa carretera que se ha cobrado tantas vidas. Tal es así, que a pocos kilómetros de allí se ha alzado un cementerio de animales, donde los niños han enterrado a sus mascotas, perdidas bajo las ruedas de los vehículos que atravesaban el monstruo de cemento.
Los Creed se hacen muy amigos de sus vecinos y, principalmente, Louis, quien adquiere rápidamente el hábito de compartir unas cervezas en el porche con el viejo Jud. Es este mismo anciano, quien lleva a conocer a los recién llegados el “Pet Sematary”, que tanta impresión y malestar causa en Ellie, quien empieza a temer por la vida de su gato. La niña se angustia demasiado al ver la cantidad de animales que se ha cobrado la carretera, motivo por el cual sus padres deciden castrar a Church, quien, así, ya no tendrá motivos para andar vagando por ahí.
Superado este obstáculo, todo va viento en popa hasta que llega el primer día de clases y, por lo tanto, el primer día oficial de trabajo de Louis. Su bienvenida está marcada por la muerte de Victor Pascow, quien llega a la enfermería de la universidad con la cabeza hecha añicos y sin posibilidades de salvarse. El joven muere en brazos de Louis, quien lo sostenía a la espera de la ambulancia. Sin embargo, no llega a abordarla, ya que fallece a los pocos minutos. Antes de morir pronuncia unas palabras que perturban a Louis: Pet Sematary (Cementerio de animales, escrito de ese modo por los niños de Ludlow). El joven fallecido, vuelve a aparecérsele en sueños y advierte al médico de la peligrosidad del sitio contiguo al cementerio de mascotas, más allá del montón de troncos, en el que se erige el terreno de los micmac.
Sin embargo, cuando el gato de la familia es atropellado y muere en la carretera, Louis, en la desesperación por querer evitar el sufrimiento de su hija, hace caso a Jud, quien lo guía hacia aquel sitio poderoso, en el que, contradiciendo todas las señales, finalmente entierran al animal, quien pocas horas más tarde vuelve a la vida.
A partir de este momento, y creo yo que por desafiar al destino o por jugar a ser dios, la vida de los Creed empieza a estar a merced de esta fuerza poderosa que emana de las tierras micmac. El conocimiento de este sitio, pone a prueba la cordura de Louis Creed, quien frente a una nueva y terrible pérdida dentro de su familia, decide contrariar al destino y eludir los consejos de su amigo Jud y del fallecido Víctor Pascow, situación que provoca una catástrofe aún mayor.
El libro, prácticamente, ha ejercido sobre mí el mismo poder de seducción que las tierras micmac sobre Louis. Ha sido difícil apartarme de él y, a pesar de que tiene unas cuantas páginas, lo leí en muy pocos días. Stephen King me tiene acostumbrada a este tipo de experiencias con sus relatos, y agradecida estoy de que esta obra no haya sido la excepción.
Si bien ya se habrán dado cuenta que mi opinión sobre Pet Sematary es positiva, quiero, al respecto, destacar algunas cuestiones:
Las descripciones que realiza el autor suman mucho. Son muy gráficas y explícitas, ayudando a crear un clímax de suspenso y miedo que traspasa y se extiende más allá de las páginas del libro. Cada una de éstas nos permite formar parte de la historia cual si fuéramos uno de los vecinos de Ludlow o, mejor aún, como si estuviéramos allí mientras transcurren los hechos.
Otro punto a favor y, relacionado con lo anterior, es el empleo de un narrador omnisciente, que nos permite conocer los sentimientos y pensamientos del personaje principal, pudiendo entender con mayor profundidad cada una de sus acciones. Esto nos acerca aún más al protagonista, creando un vínculo y cierta empatía con él.
Asimismo las temáticas tratadas y el nivel de construcción de los personajes siempre son muy interesantes en las obras del presente autor.
Con respecto a lo negativo, no hay mucho que decir. Soy una admiradora del estilo de King y de sus historias. He sido testigo de que, incluso,con relatos con argumentos pobres, el autor siempre ha sabido defenderse y estar a la altura. Sin embargo, hacia el final del libro, la trama se pone un poco lenta (para mi gusto), momento que coincide con el desenlace, que King nos presenta en cuentagotas. De todos modos, esto quizás sea solo una estrategia para que la impaciencia apure la lectura, cosa que conmigo ha logrado.
Por lo demás, son todas buenas y, aunque no es el mejor libro que he leído del autor, lo recomiendo. Y más aún, sabiendo que en abril del año próximo se estrenará la película sobre esta obra, que ya cuenta con una versión del año 1989.
PUNTUACIÓN: 3,5/5