La larga marcha de Stephen King

Título: La larga marcha

Autor: Stephen King (Richard Bachman)

Editorial: Sudamericana

Año de publicación: 2015

Número de páginas: 350

La novela, situada en un mundo futuro, se centra en el comienzo, desarrollo y fin de una competencia, realizada año tras año, denominada la larga marcha. En ella, cien jóvenes, inscriptos y seleccionados por sorteo, deben caminar sin detenerse a una velocidad mínima de 6,5 km/hora, hasta que solo quede uno en pie.  De esta manera, cada uno de los participantes, irán atravesando diferentes localidades y, aquellos que no logren cumplir con los requisitos antes mencionados, contarán con tres oportunidades -o avisos, como les llaman en el libro- para retomar el ritmo de la caminata. De lo contrario, recibirán el pasaporte, que no es otra cosa que un pase directo a la muerte.

Así, nosotros vamos a ir conociendo la experiencia vivida en primera persona por el protagonista del relato, Ray Garraty. Seremos testigos de cómo el cansancio va apareciendo a lo largo del tiempo, cómo el físico va padeciendo las consecuencias de esta larga marcha, que se extiende por cinco días. Asímismo, veremos de qué manera se van creando vínculos entre los participantes, quienes empiezan a reflexionar sobre temas como la muerte, la sexualidad, experiencias tristes y felices que, valga la redundancia, han experimentado en su corta vida.

El libro trata de la muerte, la vida y la importancia de los pequeños detalles en situaciones extremas o de vida o muerte. También tiene que ver con los miedos, las fortalezas, las debilidades, los vínculos, los lazos y la relatividad del tiempo.

Cada uno de los competidores, por diferentes motivos, decide inscribirse a esta competencia.  De todos los inscriptos se sortean 200 nombres: 100 titulares y 100 suplentes. Todos ellos tienen un determinado plazo para darse de baja de la larga marcha, pero, para esta sociedad creada por King,  el haber sido seleccionado para participar de la misma es motivo de orgullo, los hace sentir especiales y, pese a que sepan que están más propensos a morir que a ganar, de todos modos aceptan ser parte de ella.

En definitiva, lo que hace Stephen King es parodiar los programas y concursos televisivos, que más de una vez ridiculizan y exponen a sus participantes, llevándolos a un extremo: una competencia en la que todos los involucrados, menos uno, pierden la vida. Tampoco pierde la oportunidad de atender al público, que disfruta de ver el sufrimiento y los asesinatos de los competidores. En otras palabras, realiza una crítica mordaz a la sociedad, que en ocasiones se siente atraída por el morbo.

En este mundo ficticio, es realmente llamativo el modo en que el público es cómplice de los asesinatos que se realizan -sin ningún tipo de cargo de conciencia- desde hace ya 17 años, en los que se viene realizando la larga marcha. Además, es impactante el modo en que los espectadores disfrutan al ver en vivo y en directo el sufrimiento real de los participantes, a los que observan en sus peores condiciones (defecando, vomitando, muriéndose…). 

Concluyendo, la premisa es interesante. Sin embargo, el final es muy precipitado y abrupto, te deja con ganas de saber cómo continúa y de profundizar aún más sobre este modo de vida que supone existe en un futuro. Es decir, quedan bastante huecos por llenar, incógnitas e intrigas. 

Como dije, el argumento es bastante interesante y te atrapa el hecho de querer saber qué pasa en esta larga marcha; si hay posibilidad de revocarla, si alguien puede salvarse o están todos condenados a morir, cosas que, en particular, hicieron que culmine el libro. De todas maneras, vuelvo a recalcar que no se explica ni desarrolla cómo se implantó ese estado policial que lleva a cabo el evento y cuya cabeza es el comandante.

Pese a estos peros, lo recomiendo y, aunque uno no la pasa bien cuando lo está leyendo, está bueno que a través de las letras podamos sumergirnos en diferentes mundos y situaciones; en este caso, una no muy feliz, que es la larga marcha, en la que 99 jóvenes morirán y uno, si sobrevive a semejante hazaña sin secuelas, gozará de fama y fortuna eternas.

Mitología clásica: Zeus y Dánae

La segunda virgen de la que se enamoró Zeus se llamaba Dánae. Era hija de un rey de Argos que carecía de un sucesor. Cuando este monarca consultó el oráculo para saber si un hijo aseguraría la descendencia directa de su trono, recibió la noticia de que Dánae, su hija, daría a luz a un niño que lo reemplazaría en el reino y le arrebataría, a la par que la vida, el poder.

Espantado, el rey creyó poder contrarrestar la sentencia del destino, construyendo una cámara subterránea con paredes de bronce, destinada a salvaguardar allí a su hija. Además, para evitar que Dánae sea madre, apostó alrededor de dicho calabozo a centinelas armados en atenta guardia día y noche.

Pero el destino es una fuerza invencible y nada pueden los hombres contra sus decisiones. Zeus, en efecto, para cumplir con el oráculo, se transformó en lluvia de oro. Mientras causaba estragos en la tierra, esta lluvia de oro penetró por las entrañas del suelo, atravesó las paredes de bronce de techo de la cárcel en la que Dánae dormía y se deslizó hacia el seno de la virgen. El niño que nació de esta lluvia se llamó Perseo.

Dánae y la lluvia dorada

Mitología clásica: Zeus y Europa

Europa, era un joven siria, cuya belleza realzaba una tez resplandeciente, que cayeron sobre ella sospechas de haber robado la pomada de que se servía la misma esposa de Zeus.

Un día, en el que, como acostumbraba, se encontraba cerca de la playa con sus compañeras, recogiendo flores, Zeus la vio. La radiante blancura de esta virgen de grandes ojos emocionó el corazón del soberano del Olimpo. Entonces, queriendo a la vez evitar la cólera de la celosa Hera y acercarse al objeto de sus ansias, Zeus tomó la forma de un toro y se dirigió al prado en el que se encontraba Europa y sus amigas.

La presencia de este hermoso animal no atemorizó a estas vírgenes, sino que, por el contrario, todas querían acercarse y tocar al espléndido animal.

Cuando Europa estuvo cerca de él, este toro se paró. Dobló ante ella las rodillas, mugió con ternura y le lamió los pies. Europa, por su parte lo acarició con sus manos delicadas y una vez hecho esto, se trepó al lomo de la bestia.

Al hacer esto, el animal emprendió una veloz carrera hasta que llegó a la orilla del mar, en el que Europa y su raptor se internaron, atravesando las olas, hasta llegar a otra playa.

Allí, el animal divino depuso su carga bajo la sombra de un plátano. Zeus, entonces, recuperando su firma divina, se dio a conocer a Europa. Vigilantes y prestas, las Horas descendieron en ese momento del Olimpo, para preparar a su dueño y señor el lecho nupcial.

Europa se adormeció en los brazos de Zeus, y de su sueño nació Minos, el primero y mejor de todos los reyes de la tierra. Desde ese día y para conmemorar este casamiento, el plátano bajo el cual se consumó ya no perdió jamás su guirnalda de hojas.

Robinson Crusoe de Daniel Defoe

La novela narra la historia, en primera persona, de Robinson Crusoe, un hombre, que desde muy pequeño y, contradiciendo la opinión de sus padres, muestra un gran interés por el mar. De tal manera, ya teniendo 18 años y, frente a la invitación de un amigo de embarcar, decide desobedecer a sus progenitores y se sube por primera vez a un barco. Desde entonces, verá que su adorado mar no le deparará muy buenas experiencias, llegando, como caso límite, a naufragar y quedar varado en completa soledad en una isla por -ni más ni menos- 28 años.

El libro, escrito por Daniel Defoe y publicado en 1719, es la muestra más cabal de que somos capaces de lograr lo que sea, si realmente lo deseamos. Tal es así, que frente a estar completamente solo y con pocas provisiones, vemos cómo a lo largo de las páginas el protagonista va creciendo y desarrollando múltiples habilidades en pos de sobrevivir.

El paso a paso de los días es narrado por Robinson Crusoe, en su diario íntimo, del que nos presenta un fragmento, debido a que no pudo finalizarlo, al quedarse sin papel y sin tinta. De todos modos, la historia es completada, una vez que logra escapar de la isla, en donde nos enteramos de qué manera lo hace y cómo prosigue su nueva vida lejos de la isla de la desesperación – como le llamaba el personaje al principio- que terminó siendo su hogar.

La Isla de la Desesperación

Mitología clásica: Zeus o Júpiter

Como ya hemos mencionado, Zeus era el supremo rey del Olimpo, el señor del mundo y el padre común de los hombres y los dioses. Tanto el cielo como la tierra estaban a merced de su cetro, y desde el tallo de hierba, hasta el águila rapaz, todo dependía de una señal de su cabeza. Soberano en el empíreo, disponía como jefe del ejército de nubes y manifestaba en el cielo, radiante o borrascoso, su grandeza, ya bienhechora, ya terrible. Las noches y los días, obedecían también a sus órdenes.

Podía, a su antojo, serenar los cielos, despejar la atmósfera, disipar las nubes, hacer brillar el arco iris y, también, todo lo contrario. Se creía, pues, que manifestaba, sobre todo, su supremo poder cuando desencadenaba tempestad o las borrascas. Dios de los sombríos nubarrones, amontonaba entonces nubes opacas, desencadenaba el soplo de los huracanes destructores, soliviantaba las olas del mar y el polvo de los caminos, lanzaba sobre las cumbres las flechas del rayo y hacía retumbar desde las alturas del cielo hasta las hondonadas del valle el resonante y prolongado estrépito del trueno.

Sin embargo, Zeus era un monarca guiado por la justicia. Aunque sus designios eran arcanos e irrevocables, sus decisiones eran pensadas y tomadas con infalible sabiduría. Su providencia se extendía desde los más poderosos a los más humildes mortales. Los bienes y los males de toda la vida humana eran consecuencia de sus justos decretos. Cuando los hombres eran buenos, la tierra hostil daba trigo y cebada, los árboles se cubrían de frutos, se multiplicaban las ovejas y el mar suministraba abundante pesca. Si eran malvados, entonces el huracán con furioso diluvio devastaba sus campos, los ríos se desbordaban, el trueno y el rayo desgarraban las nubes y el funesto granizo exterminaba las cosechas.

Ahora bien, Zeus, supremo árbitro de la justicia eterna, tenía, con todo, un padre y una madre. Los poetas nos cuentan su nacimiento, no porque naciese real y verdaderamente, ya que Zeus era el eterno existente, el primero de todos los seres, el comienzo y el fin de todas las cosas, sino porque quisieron atribuirle un cuerpo y se lo imaginaron bajo la forma de un hombre muy poderoso y muy bello. Para expresar su inaprehensible naturaleza, para explicar su acción continua en el mundo, inventaron múltiples leyendas, todas calcadas en las vicisitudes de las humanas condiciones.

Así, para dar a entender que Zeus es eterno, los poetas nos dijeron que el dios del rayo era hijo de Cronos, esto es, del poder creador y destructor del Tiempo. Su madre, Rea, era un diosa que presidía también el lento curso que transforma los siglos. Rea, en la dilatada corriente de las edades, iba dando al mundo múltiples hijos, pero todos ellos, apenas depositados sobre las rodillas de su padre, eran por él devorados. El Tiempo, en efecto,lo devora todo y no cesa de destruir todo lo que acaba de crear.

Sin embargo, esta hambre de destrucción debía tener un término. De Rea, como lo predijo un oráculo, había de nacer un niño que reinaría como soberano del mundo,mantendría en su integridad el Universo y destronaría a su padre destructor. Abrumada de inmenso dolor y para evitar la devoración del nuevo niño, Rea, en cuanto lo sintió estremecerse en su seno, descendió del cielo secretamente y, cansada, se acogió a un valle profundo. Allí, oculta en lo más espeso de la maleza, dió al mundo el dios llamado Zeus. Luego, lo confió a una ninfa para que lo llevase a la gran isla de Creta y allí lo ocultase. Su padre,Cronos, no pudo adivinar el refugio en el que se ocultaba el niño, que él creyó devorar al engullir una piedra.

Cronos y Rea

Entre tanto, el joven dios crecía en inteligencia y en fuerza. Un día, jugueteando con la cabra de las Ninfas, llamada Amaltea, su nodriza la tiró contra un árbol y le rompió uno de sus hermosos cuernos. Para recompensarlas, el hijo de Cronos recogió este cuerno, le confirió virtudes maravillosas y se lo regaló a la ninfa Melisa, que había estado cuidando a la maltratada cabra. Desde entonces se llamó a este cuerno el Cuerno de la abundancia., porque bastaba un simple deseo para que se llenase de toda clase de bienes.

Siendo ya un adolescente, Zeus destronó a su padre y conquistó para siempre el dominio del mundo. Sin embargo, algunos, encadenados en el seno de la tierra, no quisieron someterse al nuevo rey del Olimpo. Zeus los soltó, pero apenas liberados estos Titanes se alzaron en guerra contra él. Para ganar el Olimpo, amontonaron montañas sobre montañas y lanzaron rocas contra Zeus. Unas, al caer sobre el mar, lo salpicaron de islas; otras, caídas en tierra, formaron collados.

Más de diez años prosiguió esta lucha; al fin, Zeus, para alcanzar la victorio, descendió a las entrañas del globo, donde se halla el tenebroso Tártaro, el cual constituía, muy debajo de los más hondos abismos del mar, una región húmeda y desolada, envuelta en noche eterna. Allí fueron encerrados los Cíclopes. Estas feroces criaturas, de talla colosal y fuerza prodigiosa, sólo tenían un ojo en medio de la frente. Allí también vivían encerrados, para custodiar a los Cíclopes, tres Gigantes con cien brazos y cincuenta cabezas cada uno. Zeus les pide ayuda a todos ellos, los cuales se enfrentaron a los Titanes sublevados.

Tártaro

Como la victoria estaba aún indecisa, Zeus apareció en un carro y descendió veloz sobre los Titanes el rayo. El trueno enviado por el rey supremo rajó las montañas y las flechas vengadoras del rayo incendiaron los bosques. Entonces, espesa humareda, ahogó y paralizó a los Titanes. Aprovechando esta oportunidad, las trescientas manos de los tres Gigantes lanzaron a la vez trescientos peñascos contra las líneas enemigas y las sepultaron bajo la lluvia de rocas. Zeus ,vencedor de sus poderosos adversarios, los precipitó en el sombrío Tártaro, y el cielo y la tierra desde entonces ya no obedecieron más que a un solo jefe.

Una vez su poder firmemente establecido, Zeus asentó como esposa a Hera en el trono de oro. Aunque Zeus no conoció a más que una sola mujer, los poetas nos lo representan muchas veces trashumante para escoger y amar a las ninfas de la tierra. Historias que iremos desarrollando en los próximos posteos.

Gracias por leer!

Madame Bovary de Gustave Flaubert

            Título: Madame Bovary

            Autor: Gustave Flaubert

            Editorial: Edicomunicación, S.A.

            Año de publicación: 1994

            Número de páginas: 313

Madame Bovary narra la trágica historia de la familia Bovary. Su protagonista, Emma, se casa con Carlos, un aburrido médico que la ama profundamente. Sin embargo, ella, motivada por las historias literarias de amor que consume asiduamente, no se conforma con esto. Quiere experimentar lo que narran los personajes de las novelas de amor que lee -y que su marido no le ofrece- y, movida por ello, se sumerge en el peligro de ser profundamente juzgada por la sociedad, iniciando amoríos con dos hombres de su pueblo: Rodolfo y León.

De todos modos, no logra alcanzar la satisfacción, ya que estas aventuras no culminan de la mejor manera, como tampoco la historia que nos presenta Flaubert. Emma, al mismo tiempo en que se envuelve en mentiras para cubrir sus infidelidades, se va hundiendo económicamente, al comprar más de lo que puede pagar, ya sea por aparentar o por cubrir los gastos que implican sus escapadas amorosas. Y es así que la poca fortuna que había adquirido Carlos, se esfuma como arena entre los dedos.

En definitiva, en vez de enmendar aquello que no le gustaba, Emma continúa sumando problemas a su existencia, de la cual, llegado el desenlace se vuelve tan insoportable, que quiere escapar.

El libro es interesante y, en general, me ha gustado la manera en la que el autor resuelve los conflictos del mismo. Sin embargo, su lectura suele ser lenta y por momentos tediosa, debido a los innumerables pasajes descriptivos, que para mi gusto son excesivos. De todas maneras, valoro el tratado de la temática de la infidelidad, novedosa para la época, tanto que el libro fue mal visto por los moralistas del momento, pensando que incitaba a las mujeres a llevar a cabo adulterios.

Y es que un personaje como Emma fue peculiar en aquel entonces y, si bien valoro la valentía, la libertad y el empoderamiento, por así decirlo, de la protagonista, debo confesar que he entablado con ella una relación de amor –  odio.

Como dije antes, destaco una serie de virtudes en Emma, pero al mismo tiempo me ha parecido tan caprichosa, desleal, desagradecida, narcisista, egoísta y materialista, que en varias oportunidades me dieron ganas de cerrar el libro y no volver a abrirlo. Por otro lado, Carlos, que ha pecado de ingenuo y se pasa de bueno, también me ha hecho sufrir bastante. ¿Cómo puede ser que alguien esté tan sumergido en su trabajo que no sepa lo que ocurre en su propio hogar?  

Como verán, esto es señal de que los personajes están muy bien construidos por Flaubert y presentan una profundidad inmensa, mostrando las ambivalencias y contradicciones propias de todo ser humano. Al autor, no le interesa dar pinceladas perfectas, sino que pretende mostrar de manera real los conflictos y vaivenes de los hombres y mujeres que habitan en sus páginas. Tengamos en cuenta que pertenece al realismo, por lo que esta intención está marcada de antemano y se observa claramente en las ya mencionadas descripciones, en la presencia de la burguesía, en la incrustación de la historia en el entorno económico y social y en la denuncia de los males que afectan a la sociedad de aquel entonces.

En conclusión, recomiendo la lectura de este libro, pero advierto que requiere de mucha paciencia, sobre todo al comienzo, en donde el autor nos pinta el panorama. Una vez pasado este obstáculo y metidos de lleno en el conflicto, aseguro que la historia va a ir poco a poco atrapándolos, queriendo saber qué pasa con esta mujer infiel y su familia.

Gracias por leer!

Mitología clásica: las Parcas

Temis no era el único apoyo que secundaba a Zeus en el gobierno del mundo universal. Sus tres hijas, las Parcas o las Moiras, ayudaban también a su madre en la tarea de mantener a los hombres en el respeto al orden y a la ley divina. Habitaban un palacio de bronce, en cuyos muros solían inscribir los destinos humanos y trazaban la ruta que debía seguir el movimiento que arrastra a los astros. Nada podía borrar lo que ellas escribían.

Estas tres diosas, sentadas en tronos deslumbrantes, vestidas de blancas túnicas tachonadas de estrellas, coronadas de narcisos y de copos de lana, hilaban también los días de los mortales y fijaban sus destinos. La más joven, Cloto, tenía la rueca e hilaba; Láquesis, giraba el huso y devanaba la suerte concerniente a cada hombre; Atropos, cortaba con tijeras el hilo, que medía la longitud de la vida que irrevocablemente fijaba el momento de la muerte.

Para decretar el destino y otorgar a los hombres, acatando las órdenes de Zeus, los bienes y males que en vida habían de hallar en la tierra, las Parcas hilaban, se decía, lana blanca entreverada de hilos de oro para indicar los días dichosos, y lana negra para designar los días infaustos.

Rara vez los dioses descendían a la tierra. Cuando se les ocurría acercarse a los hombres, se manifestaban revestidos de figura humana o de forma animal.

Entre las divinidades olímpicas se contaban seis diosas y seis dioses.

Los dioses eran:

ZEUS O JÚPITER

APOLO O FEBO

ARES O MARTE

HEFESTO O VULCANO

HERMES O MERCURIO

POSEIDÓN O NEPTUNO

Las diosas se llamaban:

HERA O JUNO

ATENEA O MINERVA

AFRODITA O VENUS

HESTIA O VESTA

ARTEMISA O DIANA

DEMÉTER O CERES

DIONISOS o BACO fue tardíamente introducido en el Olimpo, y HADES o PLUTÓN, aún siendo el hermano de Poseidón y de Zeus, fue siempre el dios del mundo subterráneo

Dionisos Hades

La próxima semana nos meteremos de lleno en las aventuras (y travesuras) de el rey supremo del Olimpo: Zeus. Espero que les haya gustado el post.

Gracias por leer!

La engañada de Thomas Mann

La engañada de Thomas Mann

Título: La engañada

Autor: Thomas Mann

Editorial: Sudamericana

Año de publicación: 1995

Número de páginas: 144

La novela nos cuenta la historia de Rosalie von Tummler, una mujer de 50 años, viuda hace diez, que vivía en Alemania con sus dos hijos: Anna y Eduard. La señora estaba realmente apenada al estar experimentando la menopausia. Sentía que con ella, cosa natural que ocurre a todas las mujeres en algún momento de su vida, ya no era útil, no servía para nada.

Sin embargo, este malestar es reducido con la aparición y el consecuente enamoramiento de la mujer hacia Kean Keaton, un norteamericano de 24 años que impartía lecciones de inglés a Eduard.  El profesor, empieza a traspasar los límites de sus funciones, ayudado por Rosalie, quien se encarga de invitarlo a cenar diariamente, luego del dictado de las clases a su hijo.

Con el paso del tiempo y el acrecentamiento de su interés por el joven que tiene la misma edad que Eduard, Rosalie empieza a perder los estribos, llegando a sincerarse con su propia hija acerca de sus sentimientos. Sostiene que con su llegada se siente más joven, que está experimentando cosas que creía enterradas para siempre, como por ejemplo, la menstruación y sus tradicionales dolores que, inexplicablemente, reaparecen…

Esto último, es considerado por Rosalie como una señal de la naturaleza, dándole el okey,  diciéndole que no debe avergonzarse por sus sentimientos y que está a la altura de la virilidad del joven. Sin embargo, sus hijos no avalan lo que siente y deciden,  por lo tanto, poner fin a las lecciones de inglés para alejar a Ken de su madre; más aun teniendo en cuenta el contexto social y la época en la que viven, en donde la moral y los prejuicios estaban en la punta de la lengua: que una mujer de cincuenta años y viuda salga con un joven de la edad de su hijo, no iba a provocar comentarios demasiado simpáticos. Esto, sumado a otras circunstancias que se detallan en la novela, actúa como un obstáculo para una historia de amor que podría haber sido y no fue.

El libro es muy breve y se lee de un tirón. De todos modos, no es una historia que llegó a encantarme, creo que le falta más fondo, más desarrollo del contexto que dé sentido y explicación a tantos miramientos de la protagonista al verse enamorada de un joven.

El núcleo temático es muy sencillo y se reduce al conflicto antes mencionado y la búsqueda de solución para el mismo, con la ayuda de Anna. Creo que no se llega a mostrar claramente la situación de la mujer y lo esperado para el sexo femenino en aquel momento histórico, aunque sin dudas, la historia funciona como un pequeño acercamiento a dichas cuestiones.

En cuanto a los aspectos positivos, valoro la inclusión de dos personajes femeninos complementarios como son Anna y Rosalie, a través de los cuales podemos ver dos modos diferentes de concebir el mundo – desde la óptica y la base de ser mujer-. Asimismo, la convergencia entre el deber y el querer, manifestada y portada por la protagonista, es de lo más destacable de la obra.

Con respecto al final, me dejó un sabor amargo, un poco de rabia y algunas cuantas enseñanzas, que, por supuesto, me guardaré para mí misma y las dejaré en suspenso para que ustedes vayan a averiguarlas. Muchas gracias por leerme!  

                                                                                                            Antonella

Mitología clásica: Temis e Iris

La madre de las Horas era la venerable Temis o la Justicia eterna. Constantemente sentada al pie del trono de Zeus, esta diosa aconsejaba cordura en todas las decisiones al señor indiscutible del cielo y la tierra (Zeus). Era, además, la divinidad que imponía el buen orden, no solo en los palacios olímpicos, sino en todo el universo.

Temis

Zeus, no era únicamente el supremo rey del Olimpo, sino que su poder soberano pesaba también sobre los hombres, y cuando, respecto a ellos tomaba, siguiendo los consejos de Temis, cualquier resolución, la encargada de transmitirla era Iris, la mensajera divina.

Diosa de alas brillantes y pies rápidos como el soplo de los vientos, descendía del cielo a la tierra rápidamente, repetía palabra por palabra las órdenes de su señor y, en seguida, desplegando sus alas embellecidas con los colores del arco iris, remontaba el vuelo para ir a sentarse cerca de él en los peldaños del trono y aguardar atenta a que una nueva orden la forzase a emprender otra vez el vuelo y aparecer aquí abajo.

Dolores Claiborne de Stephen King

Título: Dolores Claiborne

Autor: Stephen King

Editorial: Sudamericana

Año de publicación: 2015

Número de páginas: 272

El libro comienza con Dolores Claiborne en la estación de policía. La protagonista debe defenderse de una acusación: se cree que fue ella quien mató a Vera Donovan, una anciana adinerada para la que trabajaba. Para sorpresa de todos, Dolores va a confesar un asesinato, pero no precisamente el de Vera, del que se declara absolutamente inocente.

Por primera vez y pasados ya treinta años, la mujer se hará responsable de la muerte de su marido, quien fue encontrado dentro de un pozo el día en el que en Little Tall Island hubo un eclipse.

De este modo, Dolores Claiborne comenzará a narrar los motivos que la condujeron a poner fin a la vida de su esposo y el modo en que planificó y llevó a cabo el asesinato, que hasta entonces no tenía responsables, pues se creía que había sido un accidente ocasionado por el excesivo consumo de alcohol por parte de Frank.

La historia, sumamente atrapante, nos hace partícipes de los sufrimientos de la protagonista, quien no encuentra otra salida para mantener a salvo no solo su vida sino también la de su familia. Stephen King nos hará empatizar con esta valiente mujer a quien los maltratos y abusos convertirán en una asesina.

Puntuación: 5/5

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