Título: La larga marcha
Autor: Stephen King (Richard Bachman)
Editorial: Sudamericana
Año de publicación: 2015
Número de páginas: 350
La novela, situada en un mundo futuro, se centra en el comienzo, desarrollo y fin de una competencia, realizada año tras año, denominada la larga marcha. En ella, cien jóvenes, inscriptos y seleccionados por sorteo, deben caminar sin detenerse a una velocidad mínima de 6,5 km/hora, hasta que solo quede uno en pie. De esta manera, cada uno de los participantes, irán atravesando diferentes localidades y, aquellos que no logren cumplir con los requisitos antes mencionados, contarán con tres oportunidades -o avisos, como les llaman en el libro- para retomar el ritmo de la caminata. De lo contrario, recibirán el pasaporte, que no es otra cosa que un pase directo a la muerte.
Así, nosotros vamos a ir conociendo la experiencia vivida en primera persona por el protagonista del relato, Ray Garraty. Seremos testigos de cómo el cansancio va apareciendo a lo largo del tiempo, cómo el físico va padeciendo las consecuencias de esta larga marcha, que se extiende por cinco días. Asímismo, veremos de qué manera se van creando vínculos entre los participantes, quienes empiezan a reflexionar sobre temas como la muerte, la sexualidad, experiencias tristes y felices que, valga la redundancia, han experimentado en su corta vida.
El libro trata de la muerte, la vida y la importancia de los pequeños detalles en situaciones extremas o de vida o muerte. También tiene que ver con los miedos, las fortalezas, las debilidades, los vínculos, los lazos y la relatividad del tiempo.
Cada uno de los competidores, por diferentes motivos, decide inscribirse a esta competencia. De todos los inscriptos se sortean 200 nombres: 100 titulares y 100 suplentes. Todos ellos tienen un determinado plazo para darse de baja de la larga marcha, pero, para esta sociedad creada por King, el haber sido seleccionado para participar de la misma es motivo de orgullo, los hace sentir especiales y, pese a que sepan que están más propensos a morir que a ganar, de todos modos aceptan ser parte de ella.
En definitiva, lo que hace Stephen King es parodiar los programas y concursos televisivos, que más de una vez ridiculizan y exponen a sus participantes, llevándolos a un extremo: una competencia en la que todos los involucrados, menos uno, pierden la vida. Tampoco pierde la oportunidad de atender al público, que disfruta de ver el sufrimiento y los asesinatos de los competidores. En otras palabras, realiza una crítica mordaz a la sociedad, que en ocasiones se siente atraída por el morbo.
En este mundo ficticio, es realmente llamativo el modo en que el público es cómplice de los asesinatos que se realizan -sin ningún tipo de cargo de conciencia- desde hace ya 17 años, en los que se viene realizando la larga marcha. Además, es impactante el modo en que los espectadores disfrutan al ver en vivo y en directo el sufrimiento real de los participantes, a los que observan en sus peores condiciones (defecando, vomitando, muriéndose…).
Concluyendo, la premisa es interesante. Sin embargo, el final es muy precipitado y abrupto, te deja con ganas de saber cómo continúa y de profundizar aún más sobre este modo de vida que supone existe en un futuro. Es decir, quedan bastante huecos por llenar, incógnitas e intrigas.
Como dije, el argumento es bastante interesante y te atrapa el hecho de querer saber qué pasa en esta larga marcha; si hay posibilidad de revocarla, si alguien puede salvarse o están todos condenados a morir, cosas que, en particular, hicieron que culmine el libro. De todas maneras, vuelvo a recalcar que no se explica ni desarrolla cómo se implantó ese estado policial que lleva a cabo el evento y cuya cabeza es el comandante.
Pese a estos peros, lo recomiendo y, aunque uno no la pasa bien cuando lo está leyendo, está bueno que a través de las letras podamos sumergirnos en diferentes mundos y situaciones; en este caso, una no muy feliz, que es la larga marcha, en la que 99 jóvenes morirán y uno, si sobrevive a semejante hazaña sin secuelas, gozará de fama y fortuna eternas.

























